Diario de campaña 6: El asedio de Sukiskyn

2 de Flaurmont del año 1000

Mientras el sol caía, nuestro grupo de aventureros se acercaba al puente que cruza el río para dar a las puertas del caserío de Sukiskyn. Pero hallándose ya muy cercanos, de repente aparecen ocho goblins de entre los árboles arrojando lanzas sobre los aventureros. Khanabonim, Kälän y Andrei son heridos, pero rápidamente desenvainan sus espadas y cargan contra el grupo de goblins, que saca sus hachas de mano. Andrei, Khanabonim, Fernardo, Barbarel y Kälän pelean como jabatos y logran acabar con la mitad de los goblins, cuando en ese momento, ven como se acercan para unirse al combate, siete goblins montados sobre lobos horribles.

En ese momento, oyen una voz: "¡Aquí!". Desde el primer piso de la torre de entrada a Sukiskyn ven a un hombre que les vuelve a gritar: "Aprisa, entrad antes de que os alcancen". La torre es de madera y está rodeada por humo, ya que parece que sus cimientos están empezando a arder. Lentamente, la puerta inferior comienza a abrirse. Todo el grupo corre hacia la puerta, pero al retroceder, Khanabonim deja su espalda al descubierto y un goblin logra alcanzarle con su hacha; Khanabonim fallece al instante.

Khanabonim, guerrero enano


Kälän Dräkäs traspasa la puerta y llega al patio interior del caserío de Sukiskyn. Pero el resto del grupo se detiene en el puente, a escasos metros de la puerta, dudando si esperar ahí a los goblins y sus lobos. Barbarel dispara una flecha, que alcanza a un lobo en el flanco, mas no lo detiene. El grupo se da cuenta de que será difícil derrotar a esos lobos, incluso más que a sus jinetes, y decide traspasar la puerta para averiguar inmediatamente que era una muchacha quien la sostenía abierta. Sin perder tiempo, la chica logra cerrar la puerta, segundos antes de que los goblins y sus lobos lleguen a ella. Al mismo tiempo, el hombre que les había gritado, desciende del primer piso por unas rudimentarias escaleras y les conmina a correr hacia el edificio principal. Se llama Taras.

Así, todos salen corriendo hacia el edificio, pero en ese momento otro grupo de goblins asalta la empalizada norte, que está en llamas, así como el granero contiguo. Éstos visten completamente de rojo, y parecen ser de otro clan diferente a los goblins anteriores. Once goblins cargan contra el grupo, que corre hacia la puerta principal. Tres de los goblins caen derribados por flechas disparadas desde el primer piso del edificio. Los demás continúan avanzando hacia el grupo, pero éste logra llegar a tiempo a la puerta, que cierran tras de sí. El resto de goblins caen muertos por más flechas excepto unos pocos, que vuelven hacia los bosques. De momento, el grupo está a salvo.

El caserío de Sukiskyn


Una vez dentro, conocen a toda la familia que mora allí. Pyotr, el jefe del clan se presenta y les pregunta si son los aventureros que fue a contratar Stephan, a lo que ellos responden afirmativamente. Pyotr les comenta que han llegado en el momento más apropiado y les explica la situación.

Hay dos clanes de goblins atacando el caserío: los Cuchillas Rojas (o Gnhasska, en idioma goblin) y los Cráneos de Lobo (o Kloss-lunk), que son los que montan lobos. Había un tercer clan, los Víboras (o Jaggadash), pero éstos asaltaron el establo y se llevaron los caballos blancos que venían a escoltar nuestros aventureros. Antes de eso, lograron matar a dos de los del clan de Pyotr: Novannes, el herrero, y su hijo Hakos. Pyotr ignora el porqué del ataque de tres clanes de goblins unidos; si era por los caballos, no entiende entonces porqué los otros dos clanes continúan con su ataque, ya que aparte de los caballos, dice Pyotr, el clan no posee ninguna otra riqueza.

Taras, el hombre que estaba en la torre, es hijo de Pyotr; y la mujer que le acompañaba es Alfana, su esposa. En el caserío vive también Kuzma, una clériga de Zirchev, quien cura las heridas de Andrei Putov y Kälän Dräkäs. Kuzma es la madre de Pyotr y la mentora de Irina, hija de Pyotr y nieta suya. También ven a una mujer llorando desolada: es Masha, la mujer del fallecido Hakos, y el bebé que lleva en sus brazos es ahora huérfano. Por último, conocen a Darya, mujer de Pyotr, a Stellios, un criado de la familia, y a Matvey, el hijo más pequeño de Pyotr, un niño de unos diez años.

El clan de Sukiskyn


Andrei le dice a Pyotr que quizás deberían salir a buscar los caballos que robaron los goblins, pero éste le responde que sería suicida adentrarse en el bosque de noche, con todos esos goblins. Basándose en los sonidos de tambores de guerra y las luces de antorcha que provienen del bosque, él calcula que pueda haber más de 80 goblins ahí fuera. Lo primero es sobrevivir al asalto: un muerto no puede vender caballos.

Así que mientras los tambores de guerra de los goblins siguen sonando, los defensores deciden prepararse para cualquier ataque. Barbarel y Taras salen afuera y refuerzan todas las puertas con tablones que arrancan de las escaleras que suben al primer piso. Dejando las escaleras inutilizadas, se protegen en caso de que los goblins lograran entrar en el caserío. Kälän prepara una trampa con un barril con piedras, que deja preparado para lanzar desde las almenas hacia el tejado que cubre el primer piso. Cuando acaban, vuelven con los demás y, armados con arcos y ballestas, vigilan desde las ventanas cualquier movimiento de los goblins. Al mismo tiempo, ven acabar de arder los restos de la torre de entrada y el granero.

¡Y comienza! Ocho goblins salen del bosque este y lanzan piedras con sus hondas hacia las ventanas. Alguno de los defensores se lleva una pedrada sin mayores consecuencias; a cambio, los goblins reciben flechas y saetas. Tras unos intercambios de misiles, varios goblins caen muertos y el resto decide retirarse.

No vuelven a haber más ataques en las horas siguientes, pero los tambores goblins siguen sonando. Mientras esperan, Stellios, Masha y Matvey van llevando raciones de comida para todos los que están apostados en las ventanas. En esos momentos, Kälän aprovecha para bajar a la bodega inferior y registrarla, encontrando una bota suelta, que identifica como mágica, aunque no sabe de que tipo de magia. La media noche se acerca.


3 de Flaurmont del año 1000

Alrededor de la medianoche comienza el segundo ataque y esta vez, atacan ambos clanes. Dos goblins de los Cráneos de Lobo montados sobre dos de sus lobos adiestrados, lideran a otros diez goblins del mismo clan en una carga a través del puente, atravesando el patio norte para llegar a la puerta cercana a la cocina. Al mismo tiempo, ocho goblins Cuchillas Rojas se acercan a los restos del granero, se ponen a cubierto y cubren a los otros con sus hondas.

Los goblins intentan destrozar la puerta a base de hachazos, para lo que se apelotonan delante de la puerta norte. Desde las ventanas, los defensores disparan sus flechas, derribando a algunos de ellos. Pero los goblins del granero también disparan sus hondas hacia las ventanas. Así, Taras recibe un golpe terrible que le abre la cabeza y le tira al suelo. Rápidamente, se lo llevan a un cuarto, mientras siguen disparando sus flechas contra los goblins. Kuzma cura las graves heridas de Taras. Afortunadamente, sus ruegos a Zirchev surten efecto y la herida de Taras cicatriza.

Los goblins siguen cayendo, pero acaban derribando la puerta y entran en el interior del edificio. Con lo que no contaban es con encontrarse el camino al primer piso inutilizado. La idea de desmantelar las escaleras ha dado a los defensores una defensa extra. Los goblins intentan subir saltando desde el lomo del lobo de un salto a la barandilla del primer piso. Y uno de ellos lo consigue, pero Stellios, el criado, se arma de valor y le da una patada que lo tira abajo, rompiéndose la cabeza. El resto del grupo dispara flechas a los goblins y éstos van cayendo hasta que no tienen más remedio que retirarse. Aún caen unos cuantos goblins más durante su huida al bosque.

El grupo defensor disfruta de su victoria, aunque sabe que esto aún no ha acabado. Mientras tanto, Kuzma ha limpiado las heridas de Taras y asegura que sobrevivirá al golpe. Tras cuidar de Taras, se dedica a los otros heridos, atendiendo sus lesiones al mismo tiempo que implora a Zirchev, el dios cazador, para que cicatricen rápido. El resto se dedica a reforzar la puerta caída.

Goblins del clan Cráneos de Lobo (o Kloss-lunk)


Pasan dos horas más, y los tambores siguen sonando. Todos en Sukiskyn saben que tarde o temprano volverán a atacar. Pero en vez de un ataque oyen un grito en la lejanía pidiendo socorro. Parece una voz de mujer. Pyotr asegura que debe ser un truco de los goblins y que de ninguna manera debería salir nadie para investigar. Todos parecen estar de acuerdo excepto Darya, la mujer de Pyotr, que piensa que pueda ser alguien de un caserío vecino que hubiera venido a visitarles. Aun así, Pyotr insiste en que todos deben quedarse en el edificio.

Así pasa un tiempo más hasta que Kälän Dräkäs, que ha permanecido todo el rato en lo más alto de la torre, oye un ruido proveniente del este. Son aleteos de alguna criatura extraña que se acerca rápidamente. Sin perder tiempo, Kälän baja a los pisos inferiores para no estar al descubierto y avisa a todos. En pocos segundos ven acercarse a cinco murciélagos gigantes que comienzan a volar en círculos alrededor de la torre principal. Las flechas salen disparadas desde las ventanas y un murciélago cae abatido. Pero algunos de los murciélagos atraviesan las ventanas atacando a los defensores. Los más cercanos se disponen a atacar a los murciélagos que han entrado y que están cebándose con el pobre Stellios, mientras el resto sigue disparando a los murciélagos que siguen volando alrededor del edificio. Tras unos minutos de lucha, los murciélagos son muertos sin mayores problemas. Kuzma se dedica a usar sus últimas plegarias y pociones de curación en los heridos.

Pasan las horas. El amanecer no está lejos y los tambores que vienen del sur y del oeste dejan de sonar, mientras los del norte y el este siguen martilleando los nervios de los defensores. Sin embargo, al cabo de un rato también dejan de sonar estos tambores durante unos breves instantes para repicar de nuevo, esta vez con un ritmo totalmente diferente al anterior. Nadie en Sukiskyn sabe bien lo que está pasando, pero no bajan la guardia.

Y hacen bien, porque tras unos instantes, desde los bosques del norte y del este aparecen como demonios, decenas de goblins del clan de los Cuchillas Rojas, dispuestos a lo que parece ser, el ataque final. Los que vienen del este, lo hacen con escaleras toscamente construidas, que apoyan en las ventanas para trepar hasta ellas. Los que vienen del norte se dividen en dos grupos: uno se dispone a atacar la puerta que ya derribaron antes y el otro también apoya escaleras para subir por las ventanas del ala norte. Andrei logra tirar alguna al suelo, derribando y matando a algún goblin, pero los goblins tienen bastantes escaleras y no pueden contenerlos a todos. Mientras tanto, Kälän Dräkäs ha vuelto a subir a la torre y va eliminando a algunos de los goblins con su ballesta. Barbarel por su parte, desde el penúltimo nivel, también sigue disparando a más goblins con su arco largo, pero la oleada es imparable.

En el ala norte, las cosas no están fáciles. Los goblins, con sus rudimentarias escaleras, trepan hacia el primer piso. En primera línea está Pyotr y Fernardo, conteniendo a los goblins en la medida de lo posible. Pero no es suficiente: el líder de los goblins acaba con Fernardo de un tajo certero; corta vida de aventurero la que tuvo el pobre Fernardo.

Los goblins comienzan a entrar tanto por las ventanas como por abajo, ya que acaban derribando de nuevo la puerta. Los defensores deciden retroceder hasta la torre de piedra. Poco a poco, con Pyotr y Andrei cubriendo a los demás, todos logran refugiarse en la torre. Andrei es el último que, mientras está parando las estocadas de los goblins, se resguarda en el marco de la puerta y le grita a Kälän Dräkäs que suelte la trampa. Kälän, nada más oír el grito, le da una patada al barril que estaba apoyado en el borde de las almenas. El barril lleno de piedras atraviesa el tejado y cae por sorpresa encima de los goblins que estaban atacando a Andrei. Tres de ellos caen aplastados por las piedras, a la vez que el barril rompe también el suelo del primer piso dejando un boquete que hace que un par de goblins más pierdan el equilibrio y caigan a través de él.

Con la nueva situación, los defensores pueden aguantar con más facilidad los ataques: Andrei está defendiendo el marco de piedra que da a la torre y delante de él, hay un agujero que hace que los goblins, para atacar, deban dar un salto hasta llegar a Andrei. En esa posición, Andrei puede derribarlos fácilmente haciéndolos caer al piso de abajo. Además, desde detrás de Andrei, Barbarel dispara sus flechas a los goblins. Es una posición arriesgada para Andrei ya que un fallo de Barbarel podría herirle, pero la destreza de Barbarel evita tal posibilidad.

Los minutos pasan y el grupo resiste, pero Andrei es herido por algún goblin que logra saltar el espacio que le separa del guerrero, y sus heridas comienzan a ser serias. Así que Pyotr decide intercambiarse por Andrei en la defensa del portal. Finalmente, los goblins comienzan a darse cuenta de que, baja tras baja, están comenzando a estar en inferioridad de número, y de posición. Kälän Dräkäs mató al jefe goblin, así que uno de los ayudantes del líder goblin da la voz de retirada. Los goblins no se lo piensan dos veces y huyen como pueden. Muchos caen muertos durante su huida debido a las flechas de los defensores, pero unos cuantos logran escapar con vida. Una vez escondidos por las sombras del bosque, no vuelven a ser vistos.

Finalmente, el sol aparece en el horizonte dando fin a la larga noche. Han caído Fernardo y Khanabonim. Descansen en paz.


Continuar con Diario de campaña 7: Cambio de planes

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